Leonardo Alfonso Martínez, de 32 años, representa la perseverancia de los jóvenes indígenas en Paraguay. Originario de la comunidad Acaraymi en Hernandarias, forma parte de la parcialidad Ava Guaraní. A pesar de las dificultades económicas, logró graduarse como ingeniero agrónomo, rompiendo barreras que otros consideran insuperables.
Desde pequeño, la familia de Leonardo enfrentó retos financieros. Su madre vendía gallinas y patos para cubrir sus gastos. "Olía ese olor a asadito y yo no tenía ni un guaraní", relató Leonardo, quien a menudo regresaba a casa con hambre. “Mi mamá me decía que era todo lo que había para comer”.
El trayecto hacia la facultad era un desafío diario. Leonardo tomaba el micro hasta cierto punto y luego caminaba dos kilómetros, incluso bajo la lluvia. "Cuando llovía mucho, cruzábamos un arroyo con agua hasta la cintura", comentó. A pesar de las adversidades, su determinación por terminar su carrera fue inquebrantable.
El apoyo de su familia fue fundamental. Sus padres, José Alfonso y Pablina, siempre lo alentaron. "Ellos fueron mis pilares", confesó. Además, Chino, su perro, lo esperaba cada noche en el camino de regreso a casa, brindándole compañía y apoyo emocional.
A pesar de las dificultades, Leonardo nunca perdió la fe. "Le pedí a Dios por trabajo, por lo menos para comer", contó. Esto lo llevó a conseguir un puesto como aprendiz en Itaipú, que le ayudó a cubrir sus necesidades hasta terminar su carrera. Ahora, se prepara para estudiar el Profesorado Intercultural Indígena en la Universidad de Integración Latinoamericana, donde recibirá alojamiento, comida y un pequeño salario durante cuatro años. Su historia inspira a muchos y muestra el poder de la dedicación y la resiliencia.
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