Una intervención temprana puede marcar la diferencia en la calidad de vida del paciente. Detectar esta condición a tiempo es clave para iniciar un tratamiento efectivo y prevenir complicaciones a largo plazo.
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad autoinmune crónica, en donde el sistema inmunológico ataca a tejidos sanos, afectando a millones de personas en todo el mundo, debilitando las articulaciones y, en casos graves, comprometiendo otros órganos. Pero cuáles son las señales de alerta y cuándo es necesario consultar con un reumatólogo.
Señales de alerta: síntomas
Los primeros síntomas de la artritis reumatoide pueden ser sutiles y a menudo confundidos con otras afecciones. Pero existen señales específicas que no deben ignorar como el dolor articular persistente. Este dolor en las articulaciones, especialmente en las manos, muñecas, tobillos y pies, que característicamente empeora en el reposo, es uno de los primeros indicios que deben motivar la consulta con el médico. Es un dolor simétrico que afecta las mismas articulaciones en ambos lados del cuerpo.
Asimismo, la rigidez matutina en las articulaciones al despertar, que dura más de 30 minutos, es una señal clara de inflamación junto con el calor en las articulaciones. Además, las articulaciones afectadas pueden hincharse, volverse rojas y sentirse calientes al tacto, indicando un proceso inflamatorio activo. La fatiga y el malestar general, que se traducen en un cansancio extremo, también pueden acompañar a los síntomas articulares.
Factores de riesgo
Cualquier persona puede desarrollar artritis reumatoide, pero ciertos factores aumentan el riesgo como el sexo, ya que existe evidencia de que las mujeres son más propensas que los hombres a desarrollar AR. Además, si bien puede aparecer en cualquier edad, es más común entre los 40 y 60 años.
El historial familiar también contribuye al aumento de las probabilidades de padecerla, así como el tabaquismo, un factor importante y que también puede empeorar la gravedad de la enfermedad.
Complicaciones
En cuanto a las posibles complicaciones, sin un tratamiento adecuado, la artritis reumatoide puede llevar a complicaciones severas como el daño articular permanente con una inflamación crónica que puede destruir el cartílago y el hueso, llevando a deformidades.
Los problemas cardíacos también afectan a las personas con AR, por lo que tienen un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Así también, la inflamación puede afectar a los pulmones produciendo compromiso intersticial y aparición de nódulos pulmonares. La piel, las células sanguíneas, el sistema nervioso también pueden verse involucrados. La inflamación puede extenderse a los ojos, y asociarse al síndrome de Sjögren provocando secuenciación, dolor y disminución de la agudeza visual.
Tratamientos modernos
La medicina ha avanzado considerablemente en el tratamiento de la artritis reumatoide. Hoy en día, existen varias opciones para controlar la enfermedad y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Existen fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME). Estos medicamentos pueden evitar la progresión de la AR y prevenir daños articulares. Los biológicos también son una de las alternativas para tratamientos más específicos que bloquean ciertas proteínas involucradas en la inflamación, que pueden ser aplicadas en forma subcutánea o endovenosa. Asimismo, los Inhibidores de JAK administrados por vía oral son otra opción disponible en la actualidad que actúa sobre las vías intracelulares involucradas en el proceso inflamatorio. La elección del tratamiento va a depender de la tolerancia a la medicación, complicaciones asociadas a la enfermedad, edad del paciente, y siempre es una terapia individualizada.
El Dr. Armando Mallorquín , médico reumatólogo, subraya la importancia de la intervención temprana: “La clave en el manejo de la artritis reumatoide es detectar y tratar la enfermedad lo antes posible. Los pacientes que reciben un diagnóstico temprano y comienzan un tratamiento adecuado tienen una mayor probabilidad de llevar una vida activa y sin dolor”, explica el experto.
En cuanto a la remisión articular, el Dr. Mallorquín afirma que se la entiende como un estado en el que los síntomas de la artritis reumatoide están ausentes o significativamente reducidos, el cual se constituye en objetivo crucial del tratamiento moderno. Esto se logra a través de un manejo clínico integral que incluye una combinación personalizada de fármacos, ajustes en el estilo de vida y seguimiento constante.
Si usted experimenta alguno de los síntomas mencionados, especialmente si persisten por más de unas pocas semanas, es fundamental consultar a un reumatólogo. El diagnóstico temprano no solo ayuda a controlar los síntomas, sino que también puede prevenir complicaciones graves y mejorar los pronósticos a largo plazo. No ignore los síntomas; consulte con un especialista y tome el control de su salud.
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