Cirilo Burgos es protagonista de una de esas tantas historias que valen la pena contar y conocer. Nació en Santa Rosa del Mbutuy, en el departamento de Caaguazú, creció en una familia de origen humilde junto con sus 10 hermanos y sus padres. El primer golpe duro en la vida de Cirilo llegó muy pronto, con la muerte de sus padres cuando él era tan solo un niño. Esto provocó la separación de la familia, donde los hermanos se separaron y fueron a distintos sitios, donde debían trabajar para poder sobrevivir. Cirilo tuvo que mudarse a una estancia a trabajar y eso le obligó a dejar sus estudios.
Con el tiempo, su hermano mayor fue a visitarlo y al enterarse de su situación convenció a su patrón de dejarlo a su cuidado y se mudó con él a Lambaré. A pesar de estar con su hermano, el no saber qué pasó con los demás, le provocaban un vacío en el corazón. Grande fue su sorpresa cuando su hermano (él que estaba a cargo de él) le comentó que sus otros hermanos iban a ir a una organización llamada ALDEAS INFANTILES SOS en la cual tendrían una familia, educación y cariño, sobre todo para niños que tuvieron infancias muy duras. Cirilo no lo pensó dos veces, tomó sus cosas y decidió mudarse con sus otros hermanos a esta organización con sede en Luque.
Todo esto ocurrió en la vida de Cirilo cuando solo tenía 9 años de edad. Al llegar a ALDEAS INFANTILES SOS, comenzó una nueva vida para él. La música, que siempre fue su pasión, la ayudó a olvidar sus penas y momentos dolorosos. Consiguió una beca para estudiar en el Conservatorio del Instituto Municipal de Arte de Asunción, lo que le permitió comenzar sus estudios musicales. Actualmente se desempeña como docente, director de orquestas y coordinador artístico del programa “Sonidos de la Tierra”, siempre acompañado de su clarinete, sus composiciones y presentaciones.
La historia de Cirilo nos enseña, que no importan las dificultades y obstáculos que tengamos en la vida, el esfuerzo y las ganas de superarse son capaces de hacernos llegar a cumplir nuestros más grandes deseos y metas. Después de todo, de eso se trata la vida misma, en estar constantemente superándonos para ser mejores un día a la vez.
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